La etimología del término leyenda nos lleva al vocablo legenda,
que pertenece al latín. Legenda puede traducirse como aquello que “debe ser
leído”: por eso, en su origen, una leyenda era una narración que se plasmaba en
un texto escrito para que puediera ser leída públicamente, por lo general
dentro de una iglesia o de otro edificio religioso.
Robin Hood (Leyenda)
Las leyendas no se caracterizan por narrar hechos reales con
rigor y exactitud, sino que su finalidad era subrayar un componente espiritual
o una intención asociada a la moral y las buenas costumbres.
La historia avanzó y la idea de leyenda comenzó a vincularse
a una narración, ya sea escrita u oral, que se exhibe como verdadera (al
sustentarse en lo real) pero que incluye ciertos componentes propios de la
imaginación y de la ficción. Las leyendas se transmiten de generación en
generación, lo que posibilita que se vayan modificando de acuerdo al contexto
social y a la época.
Una leyenda, de este modo, permite explicar y respaldar una
cierta cultura. Siempre se halla ligada a un personaje, un espacio geográfico o
un objeto preciso, y muestra cómo dicho elemento concreto se integra a la
historia o la vida cotidiana de la comunidad.
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